Hace más de un año que Maximiliano y Joaquín Castagno renunciaron a su rutina en la ciudad para iniciar un largo viaje en moto; llevan recorridos 48.894 kilómetros y se las ingenian para generar recursos para seguir en el camino
La idea original surgió como un viaje que uniera la Argentina y Alaska, padre e hijo, en una misma moto. Pero luego de cruzar la frontera con Brasil, Maxi y Joaquín Castagno, comenzaron a soñar con extender su periplo al mundo entero.
“Estábamos acampando en una playa cuando lo decidimos. Llevábamos unos meses de viaje, y yo, con mis 43 años en ese momento, y Joaco, con 16, sólo teníamos una traba psicológica, que era el tema del dinero”, recuerda Maxi desde Costa Rica, donde se encuentran al momento de hacer esta nota.
Es curioso que el héroe de esta aventura se declara un completo novato en el mundillo de las motos. De hecho, asegura que jamás en su vida había tenido una, hasta que recién en 2018, a sus 42 años, compró la primera moto para hacerle un favor a un grupo de amigos que lo convencieron de invertir en una Honda Tornado.
“En mi familia no somos de tomar decisiones a la ligera, pero lo del viaje fue un poco más impulsivo”, reconoce Maxi. Comenzaron a prepararse al año siguiente, en junio del 2019, con fecha de salida el 15 de marzo de 2020, pero entonces llegó la pandemia, y además de postergar la salida, tuvieron más tiempo para “mirar miles de horas de Youtube” sobre otros viajeros en moto alrededor del mundo, lo que los llevó a arribar a una primera conclusión: “A veces, ver tantos viajes te juega en contra”.
Antes de salir a la aventura y dejarlo todo, Max trabajó durante más de 15 años en el mercado de valores como asesor financiero, y se propuso como meta jubilarse a los 40 años. “Jubilarme, no con una pensión, pero sí dejar de trabajar y reinventarme para llevar adelante una vida mucho más relajada. Ya no quería trabajar 16 horas al día en una oficina como hacía. Y claramente, fue la mejor decisión de mi vida”, sentencia.
“Al partir, dejé a mis compañeros de escuela, la comodidad de mi cuarto con wifi, supe que desde ese momento tendríamos que adaptarnos a las nuevas circunstancias que se presentaran, y claro, tenía mil preguntas sin respuestas. Pero decidimos hacerlo apoyados en nuestros tres pilares: el amor de padre e hijo, la libertad de tomar nuestras propias decisiones y el respeto por el medio ambiente y la gente que nos ayuda en el camino. Nos tomamos esto como una universidad de la vida”, reflexiona Joaco.
Y añade: “Muchas veces lo criticaron a mi papá por sacarme de la educación formal, pero si bien ahora no voy al colegio, vivo aprendiendo todos los días muchas más cosas de las que me enseñaban en la escuela, investigo lo que me hace falta y tengo todos los recursos para hacerlo. Pero nosotros no descubrimos nada, sólo viajamos en moto recorriendo el mundo real, que me atrevo a decir, no es el que está en los libros”.
Partieron hacia la aventura desde Venado Tuerto, Santa Fe, el 17 de diciembre de 2021, en la moto y con un trailer. Como todavía había muchas fronteras cerradas, se lanzaron a recorrer la Argentina, luego ingresaron a Brasil y recorrieron Paraguay, Bolivia, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá hasta Costa Rica.
“Ahora nos encontramos en Tamarindo, que son las playas del norte del país, muy lindas, y la idea es hacer toda la costa del Caribe para luego subir por Nicaragua, Honduras, El Salvador y Belice hasta México. En primer objetivo es llegar a Alaska, y luego recorrer el resto de los continentes en ambos sentidos de las agujas del reloj”, sintetiza Maxi.
Por lo pronto, a fuerza de tenacidad y espíritu aventurero, ya llevan recorridos 48.894 kilómetros, para lo cual gastaron más de 2700 litros de nafta, 44 litros de aceite y 5 juegos de neumáticos. Y en el medio tuvieron que afrontar algunos contratiempos.
“Es que nosotros salimos en la Honda Tornado con un tráiler, algo bastante loco y poco seguro, entonces al llegar a Buzios tuvimos que hacer un cambio de aceite, pusimos el filtro al revés y anduvimos más de 150 kilómetros con el filtro de esa manera, que en lugar de cumplir con su función hizo de tapón, y eso llevó básicamente a destruir el motor de la moto. Por suerte, en ese momento teníamos un seguro de traslado en países limítrofes, y como no pudimos conseguir los repuestos originales en Brasil, decidimos volver a la Argentina para reparar la moto y continuar el viaje”, recuerda Maxi.
Finalmente, como el arreglo de la moto era demasiado costoso, decidieron vender algunas cosas como el auto, la moto averiada y hasta la play de Joaco para comprarse una flamante Africa Twin 2022, que enseguida bautizaron “La Leona”, la moto de sus sueños, que además era la que mejor se adaptaba a los caminos que querían recorrer y enseguida se lanzaron nuevamente a la ruta. Así llegaron hasta Lima. Perú, y un día se quedaron literalmente sin un centavo.
“Dijimos, ¿y ahora qué hacemos? Y como nos gusta cocinar, nos pusimos a hacer empanadas tucumanas con la receta de un gran amigo y salimos por la calle a venderlas una por una”, recuerdan.
Con ese dinero llegaron hasta Ecuador, y a partir de entonces siguieron buscando distintas alternativas para solventar el viaje, siempre haciendo un exhaustivo análisis de cada uno de los gastos que llevan adelante.
“La verdad es que hoy tenemos más cosas de las que nos hacen falta, pero siempre estamos buscando el apoyo de algún patrocinador; como ya nos pasó en otros países”, señala Maxi. Para eso, aunque no era el plan inicial, comenzaron a subir material en sus redes, bautizaron su viaje La vida en moto con Maxi y Joaco y activaron su cuenta de Instagram @lavida_enmoto.
Con el tiempo fueron adaptándose y formaron un equipo en el que cada uno tiene sus tareas. Por ejemplo, Joaco es el encargado de mantener el equipaje relativamente ordenado, una tarea imposible desde que salieron, mientras Maxi se encarga de confeccionar la hoja de ruta, y entre los dos se las ingenian para generar los recursos para seguir adelante.
“Es un ejercicio constante cada día. Los terrenos más complicados siempre nos conducen a gente y paisajes excepcionales. Desde que salimos, la vida nos cambió a los dos. Crecemos juntos en un montón de aspectos, y aunque nos peleamos bastante, porque ser padre e hijo 24/7 no es fácil para ninguno, nos cuidamos mutuamente y no existen los secretos entre nosotros. Sabemos todo el uno del otro a un nivel que jamás imaginamos”, sigue Maxi.
A la hora de repasar algunas anécdotas divertidas, recuerdan la vez que se perdieron en unos caminos de tierra y estaban por armar su tienda de campaña cuando se encontraron con un pequeño grupo de indígenas no contactados que viven en la selva de la amazonia brasileña: los Kawahivas.
“Al principio nos dio un poco de temor, pensamos que podían ser caníbales, uno nunca sabe, pero por suerte entendieron que estábamos perdidos y nos acompañaron a una aldea arriba de un morro donde compartimos dos días con ellos, sin hablar una palabra de su idioma y sin que ellos entendieran el nuestro. Fueron muy hospitalarios con nosotros, nos dieron de comer y de tomar, bailamos y compartimos juntos. Nunca olvidaremos a esa gente, una de las tantas experiencias únicas del viaje”, recuerdan.
Seguramente tampoco olvidarán la vez que “por problemas con Google Maps”, se metieron por error al interior de Petare, una de las favelas más peligrosas de Sao Paulo, considerada “la más grande de Latinoamérica”, con el tráiler cargado y una enorme bandera argentina: “De repente teníamos ocho motos que nos llevaban a la salida, pero en ese momento no sabíamos si zafábamos o nos metían más adentro. Lo más loco es que ahora son fieles seguidores de nuestras redes”, recuerda.
O la vez que terminó preso en Ecuador, condenado en un juicio por zoom a cinco días de presión en plena crisis carcelaria de Ecuador, que sin entrar en detalles, Maxi resume como “un gran error de la policía ecuatoriana”, mientras su hijo Joaco se mantenía al resguardo en casa de un amigo, casualmente, abogado.
Por lo pronto, aseguran que ya los contactaron de Guinness Récords, les comentaron que están al tanto de su viaje y que de llegar a completar la vuelta al mundo, serían los primeros padre e hijo en la historia del motociclismo mundial en hacerlo en una misma moto. Pero claro, para eso todavía falta mucho. Por lo pronto, la meta es el día a día, ver qué comerán hoy, dónde pasarán la noche, cuál será su próximo destino.
Fuente: La Nación